
Lizbeth querida:
La mala suerte llegó a mí. Ni mis llamadas, ni mis mensajes llegan a ti. Las palomas mensajeras no quieren ir a tu casa y la autoridad me prohíbe acercarme adonde estás.
Por eso entrené esta ave, que te trae esta carta, para decirte que es verdad que fue mi culpa, que yo no debí hacerlo y que, por mi madre, no volveré a faltarte el respeto con nadie más.
Lizbeth, ya casi termina mayo. Ya van tres meses desde que te dieron de alta, ya creo que es tiempo suficiente para que se termine este drama, ¿no crees?
Lizbeth, te amo con toda mi fuerza. Te amo con todas las palabras y con todo el océano y las lluvias del mundo.
¿Recuerdas el mar? ¿Los atardeceres con vino tinto y los besos? Tuvimos buenos momentos, ¡los mejores! Así que no dejes que muera nuestro amor y llámame…
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